Con frecuencia confundimos lo que hacemos con lo que somos. Nos suele suceder a todos. Ante la pregunta de “¿quién es usted?” de manera casi automática empezamos a hablar de la profesión o del trabajo.
Claro que hay una relación entre el ser y el hacer. Lo que somos puede definir en buena medida lo que hacemos (Ej: si soy una persona servicial es altamente probable que elija una profesión u oficio que implique el servir a otros). A su vez el hacer puede impactar de alguna manera lo que somos, aunque el ser es más permanente, y el hacer puede ser circunstancial.
Cuando confundimos el ser con el hacer, vivimos de manera muy amenazante cualquier cuestionamiento a nuestro desempeño laboral. Por ejemplo, un feedback que nos plantea áreas de mejora puede ser vivido como un cuestionamiento personal (al ser) en vez de verlo como la posibilidad de aprender a hacer mejor alguna cosa.
Es probable que una de las preguntas que más nos cuesta responder sin recurrir al trabajo como referencia es “¿quién soy?” En una ocasión tuve una conversación con un hombre que respondía a esa pregunta con: “soy un alcohólico”. Claramente tomar licor es algo que él hace, pero no es lo que él es. Menciono ese ejemplo sólo para ilustrar una de las tantas aristas donde esos conceptos se mezclan.
Nuestro ser es nuestra esencia. El quiénes somos habla de lo que hemos construido a lo largo de nuestra vida como íntimo y esencial. Mis valores, principios, creencias, prácticas, deseos, sueños, objetivos, mi identidad…
Los embates de la vida, los momentos de necesidad, la pérdida de un trabajo, las rupturas amorosas, o cualquier otro momento difícil en la vida no modifica nuestra esencia, el quiénes somos.
Tener claridad de nuestra esencia nos hace más resilientes ante las dificultades, y más capaces de gestionar momentos no tan buenos en el trabajo, como un feedback sobre áreas por mejorar, o incluso una relación tensa o difícil con la jefatura o compañeros de trabajo. Todo eso está en el mundo del hacer, y pasará; probablemente mejorará, pero aunque no lo haga, no tendría por qué afectar lo que soy.
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Marlen Montero Solís, Directora Talento Corporativo
