El paso precipitado al teletrabajo que tuvimos hace ya más de 18 meses nos enfrentó a muchos nuevos retos y nos colocó a todos en lugares desafiantes. Una de las cosas que este proceso puso en evidencia son los estilos de liderazgo. El tener a la gente siempre cerca permitía a muchas personas en posiciones de jefatura ejercer un control muy cercano, algunos al nivel del micromanagement, y esto quizá pasaba desapercibido para las organizaciones porque todos estaban allí, haciendo lo que se suponía que había que hacer.
Al pasar al trabajo remoto, las personas con ese estilo de supervisar la han tenido difícil, porque la distancia física les impide ejercer el control de la forma en que lo hacían, y enhorabuena que ocurrió. Uno esperaría que eso permitiera dar un salto en el estilo de liderazgo y pasar del control a la confianza, pero no ocurre así, porque es un tema que trasciende lo racional, y pasa por lo emocional e incluso por lo psicológico.
Muchos trabajadores viven hoy ese control a través de las plataformas que utilizan para trabajar; a muchos les piden estar disponibles en todo momento y la sensación de control puede ser, incluso, más intensa que antes, pues tienen la sensación de que deben estar siempre frente a la computadora en caso de que su jefe les escriba, pues de lo contrario éste podría pensar que están perdiendo el tiempo o que se han ido a otro lugar, y eso les angustia mucho.
Ya es hora (hace mucho tiempo lo es) de pasar de la cultura del control a la de la confianza, enfrentar los propios fantasmas de poder y crear formas más creativas de supervisión, que permitan medir la productividad por los resultados y no por los minutos que el personal pasa, angustiado, frente a una computadora. Hay una enorme distancia entre acompañar y abrumar. Seamos compañía, sostén, guía, apoyo. Lo otro no tiene que ver con liderazgo, sino con aspectos personales que urge revisar para corregir.
Marlen Montero Solís, Directora Talento Corporativo, setiembre 2021.
