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Hacerse cargo

Hacerse cargo

Observo con frecuencia en mi vecindario de ciudad algo que quizá es común en otros espacios: una tendencia a no hacerse cargo, a esperar que otros hagan las cosas que son necesarias, e incluso a dejar de hacer cosas básicas que son responsabilidad de cada quien. Algunos ejemplos: dejar basura tirada en el parque (desde botellas plásticas hasta los desechos de los perros que algunas personas llevan a caminar al parque); no reciclar los residuos del hogar, a pesar de que de la Municipalidad los recoge frente a cada casa todas las semanas; no involucrarse en proyectos de mejora comunal, aunque sí se demanda, y se espera, que las cosas estén bien (que lo hagan otros); no participar en reuniones y asambleas comunales de toma de decisiones, pero esperar que las cosas se hagan y se resuelvan. En mi vecindario, todos queremos que sea un residencial bonito, limpio, muy seguro, con parques impecables, pero poquísimos nos involucramos en lo que hay que hacer para que eso suceda.

Esto me hace pensar también en las organizaciones, donde eventualmente podríamos encontrar conductas y actitudes similares en algunas personas: el no hacerse cargo, el esperar que otros resuelvan, el no contribuir con lo que está a mi alcance, sino limitarme a actuar en “mi metro cuadrado”, porque lo demás “no me toca a mí”.

Con frecuencia escucho la queja de algunos clientes respecto a la dificultad que enfrentan para lograr que en su empresa se trabaje en equipo, la dificultad para que el personal se entienda y se asuma como parte de un único proceso en el que lo que cada quien hace impacta al todo. Esto ocurre especialmente en empresas grandes, donde alguna gente ni siquiera se conoce y cada quien está en lo suyo (como suele suceder también en la ciudad).

No es de extrañar que, si en la ciudad nos vinculamos de esa manera, también lo hagamos en las organizaciones. Ahora bien: ese “no hacerse cargo” tiene su origen mucho más temprano, en el ámbito familiar, donde muchas veces los papás, en su afán de darle “todo” a sus hijos, les dan más de la cuenta y les privan del aprendizaje de hacerse cargo de sí mismos, empezando desde las cosas más básicas.

Por lo tanto, tener una cultura organizacional fuerte, donde cada quien se haga cargo no sólo de lo que le toca a nivel personal, sino de lo que le corresponde construir a nivel colectivo, pasa también por el plano comunitario y familiar, aunque no siempre veamos el vínculo entre estas tres dimensiones sociales.

Siempre es válido preguntarse: ¿soy de los que se hace cargo? Y si no: ¿qué voy a hacer al respecto? ¿Y cómo puedo contribuir a generar una cultura de hacerse cargo, desde sus orígenes?

Marlen Montero Solís, Directora Talento Corporativo, 12 de junio de 2023.

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