Con mucha frecuencia se habla de la zona de confort, haciendo alusión, sobre todo, a un estado de comodidad que evita asumir riesgos. Yo cuestiono el concepto “confort” porque no siempre se trata de un estado en el que nos sentidos cómodos, sino más bien un estado de costumbre que nos genera un nivel de estabilidad y seguridad, dos elementos que nos gustan mucho, pero que no siempre son convenientes.
Esto es especialmente cierto cuando la situación, trabajo, relación o circunstancia en que nos encontramos no nos hace sentir bien, pese a los intentos por mejorarlas, pero nos mantenemos allí principalmente por miedo a cambiar, por la incertidumbre que nos genera enfrentar un cambio o un nuevo desafío.
Y así, dejamos pasar el tiempo en esa supuesta zona de “confort” (que yo prefiero llamar de “costumbre”), con el desgaste emocional que implica, y evitando la toma de decisiones que es inminentemente necesaria.
Marlen Montero Solís, Directora Talento Corporativo, noviembre 2022.
