El impacto del autoconocimiento

Como seres humanos, todos tenemos virtudes y debilidades.  El ámbito laboral está conformado por la suma de todas esas características de quienes lo integran.  Todos desarrollamos, en mayor o menor medida, las competencias para desempeñarnos en el mundo laboral, tales como la habilidad de comunicación, de negociación, de resolución de conflictos, de trabajar en equipo, de liderar, entre otras.

Independientemente del puesto que ocupemos dentro de una organización, siempre habrá que comunicarse, negociar, resolver conflictos, trabajar con otros, etc. Quienes trabajamos gestionando talento, con frecuencia jugamos un rol fundamental para facilitar estos procesos dentro de la organización.

Es muy importante conocer nuestras habilidades personales en esas áreas tanto como nuestras limitaciones, para no caer en la trampa de las contradicciones.  Algunas veces nos corresponde mediar en un conflicto en la organización, sin reconocer que nosotros mismos podríamos estar siendo parte del mismo, o que no hemos desarrollado esa habilidad lo suficiente como para hacer lo que se requiere adecuadamente; incluso puede ser que, con otras personas (dentro o fuera de la empresa), tengamos serias dificultades para enfrentar conflictos y, aun así, asumamos el lugar de mediadores en la organización.

En ocasiones en nuestro trabajo solemos pedirles a otros que se comuniquen bien, señalamos a quienes no lo hacen, y hasta podríamos enseñar técnicas de comunicación efectiva a algunos, pero cuando nos toca enfrentar un proceso que requiere una buena comunicación, tal vez no lo logremos porque nos gana la subjetividad, o nuestras propias limitaciones.

Y así podríamos seguir señalando ejemplos.  El problema no es que tengamos una debilidad (todos las tenemos, y eso es parte de ser humanos); el problema es que no nos conozcamos lo suficiente como para admitirlo, reconocer cuando esto está influyendo en una situación específica, y poder tomar acciones al respecto que nos ayuden a mejorar.

Ser gestores de talento no nos exime de las debilidades y las limitaciones personales; tampoco nos exime de la responsabilidad de autoconocernos para motivarnos a mejorar, y para actuar proactivamente cuando nos enfrentemos a una situación que requiere ser fuertes en lo que somos débiles, o que nos exponga a nuestras propias debilidades, o que despierte aspectos internos que nos pueden llevar a actuar con poca objetividad en alguna situación específica. 

Si nos limitamos a actuar “en automático”, sin ver hacia adentro y sin haber logrado un nivel de autoconocimiento y autocontrol adecuado, es muy fácil entrar en contradicciones evidentes para los demás e invisibles para nosotros mismos.  Eso afecta nuestra imagen personal y nuestra imagen como gestores de talento.  

Es un hecho que nuestro trabajo nos pone en un escenario muy visible y en permanente escrutinio dentro de la organización.  El éxito de nuestro rol depende, en gran medida, de la credibilidad que logremos construir a través de la coherencia de nuestras acciones.